LAS EXPECTATIVAS POR LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA PERSISTEN, PERO EL JEFE DE ESTADO SIGUE CON INQUIETUD UNA SERIE DE INDICADORES NEGATIVOS


Mauricio Macri comienza a preocuparse por la lenta salida de la recesión

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El viernes Mauricio Macri visito Córdoba. Además de bailar con Gilda y elogiar al campo, dijo que «el país atraviesa un momento difícil». Más allá de que después repitió el credo oficial de la herencia recibida y de los buenos tiempos por venir, es un reconocimiento de la situación. Todos juntos, los números fríos de octubre presentan una postal preocupante, comenzando por la venta de cemento, dato que tanto había alegrado al Gobierno cuando subió en agosto, pero que se desplomó como también la de autos o motos, sin olvidar que la inflación parece estar por encima del 2,5%.

Al Gobierno le levanta el ánimo la gente: en cuatro encuestas que recibió la Casa Rosada esta semana, el Presidente mantiene sus niveles de aprobación o los sube, una tendencia que viene de dos meses a esta parte.

Sin embargo, esta realidad dual, sostenida básicamente en el hecho de que los argentinos no lo hacen responsable a Macri de la situación actual no será eterna. En el Gobierno calculan que no pasara mucho más tiempo hasta que la economía influya en los números y el Presidente, tanto para bien como para mal. «Si la economía levanta en serio en el 2017, todo bien. ¿Pero y si la recuperación aparece, pero es más lenta de lo esperado aún el año que viene?», reconocía una alta fuente oficial el viernes.

Dos días antes se habían encendido las luces de alarma: mientras en el Congreso se debatían el Presupuesto y los programas de obras público-privadas, llegó a los despachos oficiales un índice clave al que se le habían puesto muchas esperanzas: la venta de cemento, termómetro del nivel de actividad de la construcción. Los números no pueden ser peores: con respecto a septiembre la baja fue del 7.0% y a octubre del 2015 del 17.7%. Es decir, fallaron las comparaciones intermensuales e interanuales.

Si el dato se reduce a las ventas locales de cemento -incluyendo importando-, la baja a septiembre fue del 6.9%, pero la caída interanual fue del 18.3%. Preguntas obvias: ¿en octubre del año pasado Cristina Kirchner tenía el país cubierto de obra pública y no nos habíamos dado cuenta o ya había comenzado la cuenta regresiva del parate de su gobierno al final? ¿Realmente el macrismo puso en marcha la obra pública?

«El Gobierno ya hizo todo lo que cree que tiene a su alcance: levantó el cepo, acordó con los buitres, bajó la inflación, aumentó tarifas, amigó al país con el mundo, se abrazó al mundo financiero y dice todo lo que los inversores quieren escuchar. En la lógica del Presidente,  hay que esperar que pase el mal momento», dice uno de los más importantes economistas argentinos, que sin embargo agrega: «Sorprende la aparente poca preocupación oficial por el aumento del déficit y de la deuda pública, Lebacs, por caso que ya alcanza al circulante. Piensan que la baja de tasas a nivel internacional será eterna, pero nunca se sabe. En EE.UU. la economía sigue dando muestras de mejoría y la baja en el desempleo -4.9% en octubre- puede permitir una suba de las tasas de interés».

Este esquema que era resorte casi exclusivo del enorme equipo económico del Gobierno comenzó a ser mirado por la política; tanto por funcionarios como por opositores, con sus consecuencias. «No tenemos margen para llevar candidatos que no sean ganadores en las provincias. No podemos cometer errores en la elección del año que viene, donde nos jugamos mucho», dice el mismo funcionario.

En la oposición, la no salida de la recesión también genera cambios. Durante las largas horas de discusión parlamentaria del presupuesto tuvo lugar una reunión informal entre diputados, algunos del Frente Para la Victoria, otros del peronismo no K y hasta de Renovadores. Las conclusiones fueron varias. Que el peronismo debe despertarse, que quizás no necesite esperar al 2019 para pensar en ganar una elección, que los errores políticos del Gobierno a la larga tendrán su costo y que la demora en la recuperación económica podría limpiar la imagen del peronismo.

«Es increíble, los de Cambiemos se la pasaron todo el día explicando el dietazo y (Sergio) Massa y nosotros nos quedamos con la victoria de haber intentado debatir el aumento de dietas y el presupuesto. Ellos mismo taparon lo que habían logrado. El mundo al revés», se jactaba ayer un legislador peronista.

No hay economista ni empresario que dude de que la economía se recuperará. La cuestión es cuándo y cuánto. ¿Los números macroeconómicos que todos aseguran que mejorarán en el primer trimestre del 2017 alcanzaran para llegar a la gente de a pie antes de fin año? La economía se va a recuperar, ¿pero ¿cuánto?

El cuadro económico preocupa a la Casa Rosada no sólo por sus consecuencias económicas y políticas obvias, sino también por las indirectas. El diseño original de PRO de Jaime Durán Barba de hace 8 años implica la confrontación contínua y directa con Cristina Kirchner. Como venimos señalando en esta columna desde hace semanas, esa dialéctica de la confrontación sirvió para construir, instalar y ganar una elección, pero puede tonarse peligrosa en los términos actuales. Enfrentar a Cristina en una lógica Hillary-Trump con una economía en recesión y aumento de la pobreza, en provincias como Buenos Aires, es un arma de doble filo. Una ingenería electoral que requiere de un equilibrio complejo.

Massa pasó el mensaje esta semana al Gobierno. «Están alimentando el mito de Cristina líder», dijo el referentes del Frente Renovador, quien según sus propios sondeos está cinco puntos por encima de la ex Presidente, mientras los candidatos oficiales se ubican en el tercer lugar.

De esto se habló en la reunión reservada con María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Emilio Monzo. «A quién quieren enfrente?», preguntó Massa. «Se imaginan lo que sería Argentina y su imagen ante el mundo si Cristina ganara las elecciones del año que vien»,» es otra queja de los Renovadores.

Rosendo Fraga sostiene que las ingenierías electorales en la Argentina la mayor parte de las veces no salen bien. «(Raúl) Alfonsín alimentó a (Carlos) Menem y le terminó dando antes la Presidencia. Menem creía que con De la Rúa su regreso sería inminente, pero lo único que consiguió fue estar detenido. El último ejemplo es del kirchnerismo con Macri, que llego a Presidente. A veces los ingenieros electorales terminan siendo presos de sus ideas», dice Fraga.

Jorge Lanata, en una columna en Clarín, puso negro sobre blanco la situación: «En lugar de condenas estamos discutiendo encuestas. Con Cristina libre y camino al Congreso», alerta. A esto debe agregarse un dato ya analizado en esta columna: para Comodoro Py,  el 2017 seguirá siendo un round importante de avance de las causas judiciales contra la ex Presidente, pero no recibirá condenas que le impidan ser candidata. Para los juicios orales falta tiempo. Y ya se sabe cómo son los Tribunales de sensibles a los vaivenes electorales. Esto es lo que piensan hoy en la justicia federal.

¿Cómo se llegó a este estado de cosas? El Gobierno fallo más en el manejo de las expectativas sobre la recuperación de la economía, que en la demora en sí misma. Un discurso correcto, de reconocimiento de la herencia, marcando el difícil momento y aclarando que la salida no será rápida hubiera bajado la ansiedad.

La idea de Duran Barba de negar la realidad e insistir con la revolución de la alegría no funcionó. Como tampoco el combo de promesas que ya han sido borradas del discurso oficial, como el segundo semestre o los brotes verdes.

El blanqueo, una formidable idea en el momento justo, que reunirá decenas de miles de millones de dólares de argentinos en el país y en el exterior, puede naufragar mediáticamente si los funcionarios -y banqueros amigos- no permanecen callados evitando mencionar pronósticos de cifras totales.

Roberto Lavagna era todo un experto en generar expectativas a la baja, PBI, inflación, déficit, recaudación que después aparecían mejor a lo «esperado». Tampoco el Gobierno se ha preocupado por exhibir las buenas noticias que entrega la economía. Hay importantes empresarios que sostienen que los precios de los bienes están bajos y que el país presenta una gran oportunidad (Marcelo Mindlin) o la construcción de grandes torres de compañías, para una economía que se va a recuperar o apuestas a expansión a otros negocios apostando a un futuro mejor. Pero de esto se habla poco y nada.

El desorden en el equipo económico tampoco ayuda. A esta altura sólo le divierte al gobierno la discusión entre Alfonso Prat Gay y Federico Stuzzenegger sobre los niveles de la tasa de interés. Al resto de la economía le preocupa. Y tampoco calma saber que el Presidente está a favor del titular del BCRA porque abre otro interrogante: ¿para que mantiene a Prat Gay en el Gobierno?

Sin olvidarse de los errores políticos no forzados, como el dietazo en Diputados y su defensa en público o la inocencia en negociaciones con sindicatos y gobernadores que están obteniendo ayudas y reconocimientos económicos verdaderamente importantes, a cambio de votos coyunturales en el Congreso y que según el temor de algunos estrategas oficialistas pueden terminar financiando las campañas electorales de la oposición el año que viene.

Y finalmente la estrategia de insistir en la polarización con Cristina. «Tiene sentido si te va bien. Pero si te va mal, mucha gente compara y dice que estaba mejor el año pasado. Es de mucho riesgo», explica un encuestador que trabaja para el sindicalismo.

La mayor parte del gobierno insiste en que los argentinos entienden lo que pasa y por eso siguen apoyando al Presidente.

Los menos, pero que cada vez son más, creen que, si la economía no se recupera, la luna de miel con la sociedad no será eterna.