EL PRESIDENTE HABLÓ EN UN EVENTO QUE NO ESTÁ EN EL MANUAL DE JAIME DURÁN BARBA, AUNQUE SE LO VIO DISFRUTAR. SINDICALISMO Y PERONISMO CRUJÍAN DESPUÉS DEL ACTO


Mauricio Macri se dio un baño de peronismo explícito

«Yo me siento cómodo donde hay buena energía y ganas de construir», dijo Mauricio Macri en un acto de clara estética peronista, con bombos, desorden, banderas sindicales y mayoría de asistentes de origen bien humilde, trabajadores acostumbrados a cantar la marcha a voz en cuello.

Cuando Gerónimo «Momo» Venegas, la figura convocante, quiso dar su discurso, un grupo de bombistas lo interrumpieron, festivos. El titular del Partido Fe y secretario general de UATRE buscó frenarlos pidiendo que no desairen al Presidente, que ya estaba en el escenario. «Va a pensar que se trata de un acto peronista», dijo, risueño.

Los organizadores tuvieron el cuidado de que los acordes de «Los muchachos peronistas» solo se escucharan cuando el Presidente abandonó el escenario, luego de compartir el «Sí, se puede» que surgió desde el campo del microestadio Ferrocarril Oeste de parte de innegables militantes del peronismo que propiciaron una misa distinta a la acostumbrada, porque por primera se sienten representados por un líder ajeno a la cultura peronista.

Macri disfrutó ese baño de peronismo explícito, una experiencia que no figura en los manuales de Jaime Durán Barba pero en la que, sin embargo, se lo vio cómodo, como si se hubiera criado en esa mística, tal vez similar a la que se palpa en la cancha de un club de fútbol popular como es Boca Juniors, que dirigió durante casi una década.

Incluso llegó más temprano de lo previsto, ansioso por hablarle a la asamblea nacional del Partido Fe y los dirigentes de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas (los gremios que no acataron la convocatoria al paro general decretada por la CGT), que lo habían invitado a la fiesta del Día del Trabajador sin imaginarse que aceptaría el convite.

La presencia de Macri, que estuvo acompañado por buena parte del Gabinete nacional (el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Trabajo, Jorge Triaca; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; el ministro de Modernización, Andrés Ibarra; el ministro de Transporte, Guillermo Dietricht; el ministro de Agricultura, Ricardo Buryaille; más el vicejefe de la Ciudad, Diego Santilli, el intendente de Vicente López, Jorge Macri, y el dirigente social y seguro candidato provincial, Héctor «Toti» Flores), demuestran que el vínculo entre el Gobierno y el sindicalismo es estrecho, que se viene construyendo desde hace mucho tiempo y que el oficialismo decidió salir a jugar fuerte a defender su modelo de sociedad y crecimiento, aún en plena campaña electoral. En efecto, para un sector de Cambiemos aparecer en una escena peronista puede hacer ruido.

El anuncio presidencial estuvo centrado en dos aspectos centrales. Por un lado, el lanzamiento del «empalme» de los subsidios sociales a subsidios al empleo, centro de la visión social de Cambiemos. Por el otro, la alusión a dos frases de Juan Domingo Perón vinculadas a la productividad, una obsesión que tuvo el ex presidente en la década del 50, cuando no lograba inversión externa por la falta de credibilidad de su gobierno y no podía sacar a la economía de una dura recesión que lo acompañó durante los cinco últimos años del primer peronismo.

El Congreso de la Productividad y el Bienestar Social realizado por Perón el 21 de mayo de 1955 es el nuevo mantra al que acude Macri para hacerse explicar entre obreros peronistas, para demostrarles que su vocación por hacer más competitiva la economía argentina no es una excentricidad de empresario en un gobierno de CEOs, sino un camino que ya intentó explorar, incluso, el virtual «padre de los derechos sociales» de la Argentina.

En el acto de la CGT realizado en el club Obras Sanitarias se lanzaron unos panfletos que decían «Venegas traidor, te va a pasar lo mismo que le pasó a Vandor», una consigna que los Montoneros le cantaban al llamado burócrata sindical José Ignacio Rucci. Como sabemos, el por entonces secretario general fue asesinado por la organización guerrillera, en abierto desafío a Perón. Paradójicamente, sería hoy la burocracia sindical desplazada de los acuerdos entre una parte del sindicalismo y el Gobierno los que replican una consigna de corte montonera.

Como sea, Macri ayer hizo un doblete. En un mismo movimiento realizó una jugada fuerte hacia el sindicalismo en particular y al peronismo en general. Sindicalismo y peronismo crujían después del acto. Nada volverá a ser lo mismo en esos ámbitos que estructuran la política argentina desde hace décadas. Perón decía que «los melones se acomodan al andar». Habrá que ver cómo se acomodarán ahora.