AL PRESIDENTE EL ÚLTIMO RECLAMO LE TERMINÓ DE CONFIRMAR LO QUE SOSPECHA DESDE SIEMPRE: A LA MAYORÍA DE LOS RADICALES LE IMPORTA MÁS SU QUINTITA O SU CARGO QUE CAMBIAR EN SERIO LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES DEL PAÍS


Macri considera el uso de la energía como la madre de todas las batallas

La información oficial dice que se fueron todos contentos, pero la verdad es que el presidente Mauricio Macri no lo está. Es porque considera que sus aliados de Cambiemos no comprenden, todavía, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Tampoco le cae simpático que Elisa Carrió y el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, entre otros, aparezcan casi como los salvadores de la Patria, y lo hagan quedar a él, al ministro de Energía, Juan José Aranguren y a otros integrantes del gabinete, como Marcos Peña y los vicejefes de gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, como ajustadores seriales a los que no les importa aumentar la tarifa de gas sin ton ni son. O como los malos de la película.

El jefe de Estado no está feliz pero sí aliviado: logró que el acuerdo tuviera un costo fiscal cero, y también consiguió que las provincias se hagan cargo de pagar la diferencia por la tarifa social.

Para Macri, el debate por el uso de la energía es la madre de todas las batallas. La que sintetiza todos los cambios que necesita el país.

El Presidente sostiene que no puede ser que, a pesar del aumento de tarifas, el consumo de la energía siga creciendo.

Es como si la mayoría de los argentinos no terminaran de entender que ya no está tan barata como antes, cuando era casi gratis.

La enorme bola de nieve de los subsidios no solo alimentó, durante más de una década, la inflación estructural, sino que también provocó cambios de conducta profundos.

Se compraron millones de equipos de aires acondicionados con una tecnología obsoleta y que genera altísimos niveles de gasto. Los edificios de la zona metropolitana pusieron a funcionar las calderas de manera frenética.

Si se estableciera un censo, sorprendería la cantidad de domicilios particulares con piscinas climatizadas, un lujo que pocos millonarios en el mundo se pueden dar. Durante los años de la energía casi gratuita, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, esas piscinas climatizadas convivían con la compra masiva de garrafas en los barrios pobres, estableciendo una paradoja difícil de entender: a fin de mes, las familias de menos recursos terminaban pagando más por la energía que los millonarios subsidiados por las benditas políticas de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Es que tantos años de populismo berreta terminaron de contagiar a toda la dirigencia política.

En esa época, ni Carrió, ni los radicales, ni los peronistas k, ni los anti k levantaron la voz sobre las consecuencias dramáticas de los subsidios. Tampoco denunciaron que, mientras se fabricaba pura inflación, las empresas energéticas seguían cobrando, porque el Estado cubría el dinero que perdían por el congelamiento de la tarifa de los servicios.

A Macri el último reclamo le terminó de confirmar lo que sospecha desde siempre: a la mayoría de los radicales le importa más su quintita o su cargo que cambiar en serio los problemas estructurales del país.